Yo era una de las que odiaba el Aguacate..... No sé cuando lo comencé a rechazar ya que tengo memorias de mi niñez comiendo esa adorada fruta. No lo comía, pero cuando empecé a cuidarme con mi hermana y mi amiga Jessica, nos lo poníamos en el pelo y la cara cuanta cosa natural apareciera. Una de ellas era llenarnos el pelo de Aguacate con aceite de oliva y de verdad que nos funcionaba.
Ya de grande, cuando empezó a picarme el gusanillo de la nutrición, me dió por leer las propiedades de todos los alimentos. Al leer las propiedades del aguacate (que de paso te las dejo por aquí), me dije (tengo que probarlo)
-Mejora la digestión
-Mejora el aspecto de tu piel, pelo y uñas
-Regula el azúcar en sangre, contribuyendo a que no suba la insulina
-Ayuda a la salud cardiovascular
-Ayuda a que te vea más joven
-Saciante
Entonces, imaginense, yo después de leer todo eso, como me no le daría una oportunidad. Así que me arme de valor y lo empecé a incluir en las comidas. Al principio, les prometo que vomitaba, era una sensación de asco y de preguntarme qué de rico tenía esta fruta que a casi todos les gusta.
Quienes conocen mi trabajo, me gusta probar casi todo lo que recomiendo, así que seguí probando y probando el aguacate, hasta que mi paladar hizo como un cambio. No sé cómo pasó ni cuando, pero pasé de rechazarlo a estar enamorada.
Esta es mi historia que no sólo sirve para el Aguacate (Ahora estamos hablando en el contexto de la nutrición) sino para aquellas cosas que al principio nos parece muy amarga o sosa. Demos una oportunidad a todos los alimentos, es cuestión de educar el paladar.
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